El Salón de la Electrónica de Consumo (CES) de 2024 vio cómo la IA se convertía en el acrónimo del día, con casi todo, desde aparatos avanzados a artículos de uso cotidiano, etiquetado con la etiqueta de IA.
En Conejo R1 y Robots con inteligencia artificial de LG y Samsung eran sólo la punta del iceberg: la IA estaba integrada en productos tan variados como almohadas y cepillos de dientes.
Por ejemplo, la almohada AI de Motion Sleep se diseñó para ajustarse y reducir los ronquidos, utilizando la inteligencia artificial para distinguir entre los sonidos de los ronquidos y el ruido ambiente.
A medida que aumenta el número de empresas que califican sus algoritmos de IA, cabe preguntarse cómo podemos distinguir la IA auténtica de los meros mensajes de marketing.
La semántica del término "IA", a menudo arraigada en el antropomorfismo de que las máquinas con IA son "inteligentes" de forma similar a nosotros u otros organismos, conduce a unas expectativas demasiado amplias sobre lo que realmente encarna la IA.
El término "Inteligencia Artificial", acuñado en los años 50 por el informático John McCarthy, quizá perjudicó al campo en su momento. Evocaba imágenes de máquinas sensibles, más propias de la ciencia ficción que de la realidad tecnológica.
Las portadas de las revistas y las noticias de la época imaginaban a los humanos conviviendo con robots de alta tecnología dentro de pocos años.
La realidad no tardó en golpear a los investigadores, que tuvieron que lidiar con los limitados recursos informáticos de la época y acabaron sumiendo a la industria en un "invierno de IA" de desarrollo lento.
Las primeras formas de aprendizaje automático han dado paso a las actuales redes neuronales y la IA generativa, y ninguna empresa quiere perderse la expectación que genera.
A pesar de los avances tecnológicos, la comprensión y la confianza del público en la IA siguen siendo escasas, lo que provoca una desconexión cada vez mayor entre lo que las empresas llaman IA, lo que la IA es en realidad y lo que la gente percibe que es.
Arun Chandrasekaran, analista de Gartner, se pronunció al respecto, señalando los riesgos de un posible exceso de celo en la creación de marcas de IA. "Existe una confusión entre IA generativa e IA de otro tipo que podría confundir un poco el campo", observó.
Además, advirtió: "Los profesionales del marketing pueden dispararse en el pie cuando anuncian algo que acaba no siendo lo que la gente esperaba".
IA en lugares insospechados
El CES vio cepillos de dientes con inteligencia artificial, almohadas, máscaras que puedes ponerte para mantener conversaciones privadas en público y espejos que te ayudan a meditar.
Había sistemas de sonido para coches que cambian de música mientras conduces, aspiradoras con inteligencia artificial que ajustan la succión en función del análisis de la superficie y lavadoras que detectan distintos tipos de tejido.
El frigorífico con inteligencia artificial de Samsung incorpora una cámara en el frigorífico que documenta los distintos artículos que tienes.
La línea que separa la IA por la utilidad de la IA por la IA es muy difusa.
Walmart también introdujo tecnologías de IA, como la realidad aumentada (RA), los drones y la IA generativa, para mejorar la experiencia de compra. Esto incluye herramientas para la búsqueda y reposición de productos y una nueva plataforma de comercio social AR llamada "Shop with Friends."
También hubo muchas ideas sinceras que cobraron vida con la IA, como OneCourtque presentó un campo de visualización háptica en miniatura que ayuda a los discapacitados visuales a "ver" los partidos deportivos en tiempo real, mediante cubiertas táctiles que imitan las líneas del terreno de juego.
Además del frenético etiquetado de productos relacionados con la "IA", el CES plantea otra cuestión pertinente: ¿Queremos o necesitamos la IA para todos los aspectos de nuestra vida cotidiana, desde cocinar hasta hacer la compra o dormir?
Es una cuestión delicada, ya que, por un lado, la IA es una fantástica novedad tecnológica. No hay más que ver el Rabbit R1, uno de los productos más originales e innovadores presentados en el CES. Rabbit predijo unos pocos cientos de ventas el primer día de apertura de los pedidos anticipados, pero vendió más de 10.000.
No cabe duda de que algunos compradores se dejaron llevar por la novedad de poseer un dispositivo de inteligencia artificial como el Rabbit, a lo que hay que añadir la frescura de su marca, que contribuye a su novedad.
¿Y quién puede culparles? $199 es un precio tentador para un juguete tecnológico, lo que sin duda ayudó a convencer a la gente. Debo confesar que tenía el Rabbit R1 en mi bolsa de la compra antes de darme cuenta de que el envío fuera de Estados Unidos podía tardar meses.
Puede que el R1 resulte ser un dispositivo extremadamente útil, pero cuesta entender su verdadera utilidad. Uno de los comentarios más destacados del vídeo promocional oficial decía con franqueza: "Todavía no sé qué hace esta cosa".
Cuando empezamos a construir la r1, dijimos internamente que nos conformaríamos con vender 500 dispositivos el día del lanzamiento. En 24 horas, ¡ya lo hemos multiplicado por 20!
¡10.000 unidades el primer día!
El segundo lote ya está disponible en https://t.co/R3sOtVWoJ5
La fecha de entrega prevista es abril-mayo de 2024. pic.twitter.com/XqaHqqk36L- rabbit inc. (@rabbit_hmi) 10 de enero de 2024
Había una demo de 24 minutos, pero seguía siendo bastante ambiciosa, y X comentaristas volvieron a hacer comentarios del tipo: "Yo en tu página de aterrizaje hablo de lo que hace este producto en términos muy claros, no lo entiendo" y "tiene muy buena pinta, pero no veo por qué no es sólo una aplicación".
Presentación de r1. Vea la keynote.
Haz tu pedido: https://t.co/R3sOtVWoJ5 #CES2024 pic.twitter.com/niUmjFvKvE
- rabbit inc. (@rabbit_hmi) 9 de enero de 2024
La ambigüedad de la IA tampoco ha pasado desapercibida para los observadores del sector, y Eric Siegel, experto en aprendizaje automático, describe cómo "La IA padece un implacable e incurable caso de vaguedad".
La IA en el marketing: un mensaje confuso
En 2017, la Asociación Nacional de Anunciantes seleccionó el término "IA" como la palabra de marketing del año.
Esto simboliza cómo la IA ha trascendido sus límites técnicos para convertirse en un eslogan omnipresente en la publicidad y la promoción de productos. Las estrategias de marketing aprovechan el encanto y la mística de la IA para atraer a clientes e inversores que quizá no comprendan del todo la tecnología, pero reconocen su condición de palabra de moda.
A mediados de la década de 2010, era difícil encontrar productos de software y SaaS que no incluyeran algún tipo de mensaje de marketing relacionado con la IA o el aprendizaje automático, que ahora se ha extendido a los productos físicos.
El uso generalizado de la IA en el marketing es paralelo a ejemplos históricos en el sector financiero, donde se utilizaban términos complejos para crear una fachada de rendimiento y fiabilidad.
Las reformas masivas de principios de la década de 2000 impusieron a las empresas de servicios financieros la obligación de evitar afirmaciones ficticias y palabras de moda pegadizas.
Los productos de IA aún no son para las masas
Las empresas deben tener cuidado al integrar la IA en todos los aspectos de sus productos.
La integración de la IA en los productos y el marketing, como como demuestran situaciones recientes que implican a Magic: The Gathering, Wacom y otros, muestra que el público quizá no se sienta tan atraído por la tecnología como las empresas podrían suponer.
Mientras tanto, las encuestas han demostrado que falta confianza en la IA y en las empresas que la respaldan.
En cualquier caso, CES 2024 mostró una industria tecnológica de la IA, a menudo estirando el término más allá de una aplicación significativa.
Por un lado, la novedosa integración de la IA en todo tipo de productos, desde almohadas hasta cepillos de dientes, muestra lo flexible que puede ser la tecnología.
Por otro lado, se corre el riesgo de que la tecnología caiga en una espiral creciente de ambigüedad y vaguedad.