Mustafa Suleyman, cofundador de Google DeepMind y consejero delegado de la startup de IA Inflection AI, cree que el futuro del sector pasa por los bots interactivos.
"La IA generativa es sólo una fase", dijo Suleyman en un entrevista reciente con MIT Technology Review.
"Lo que viene ahora es la IA interactiva: bots que pueden llevar a cabo las tareas que les propongas llamando a otro software y a otras personas para que hagan cosas".
Según Suleyman, esta transición significa un "momento profundo en la historia de la tecnología", que mucha gente puede subestimar - un tema tratado en su nuevo libro La ola que viene.
Los futuros agentes interactivos de la IA podrán iniciar acciones de forma autónoma si se les permite, liberando a los modelos de "contenedores" estáticos como los navegadores web.
La propia empresa de Suleyman, Inflection AI, ya se ha introducido en el desarrollo de la IA interactiva y ha conseguido más de 1.000 millones de euros. $1.500 millones de inversión. Actualmente, Inflection está construyendo una de las mayores pilas de entrenamiento de IA del mundo, que consta de 22.000 GPU Nvidia H100.
El producto actual de Inflection es Pi, un chatbot diseñado para entablar conversaciones y ofrecer asesoramiento personal.
A diferencia de las IA conversacionales existentes, como ChatGPT, Pi aspira a convertirse en una herramienta capaz de ejecutar tareas de forma autónoma, adoptando la visión que Suleyman defiende para el futuro.
Ética en la era de la IA interactiva
Durante la entrevista, Suleyman también abordó las complejas consideraciones éticas en torno a esta acción autónoma.
"La seguridad y el control han sido nuestras principales prioridades", subrayó. Lomo la mayoría de los chatbots públicos, Pi tiene limitaciones incorporadas para evitar acciones dañinas o involuntarias.
El bot no participará en determinados tipos de conversaciones, como los juegos de rol románticos, sino que se centrará en ofrecer interacciones significativas y seguras.
Algunas IA diseñadas para la comunicación interpersonal, como Replika, han sido criticadas por distorsionar el comportamiento de los chatbots. Replika se ganó la reputación de acosar sexualmente a los usuarios e incluso pareció animar a alguien a asesinar a la reina Isabel II.
Aunque la idea de que los agentes de IA lleven a cabo tareas de forma autónoma puede resultar atractiva, plantea nuevos problemas de control y supervisión.
Suleyman reconoce este dilema y afirma que es esencial que el ser humano siga siendo el conductor.
"Nosotros fijamos los límites; la IA opera dentro de esos parámetros", aclara, sugiriendo que puede ser necesario que intervengan instituciones independientes o incluso gobiernos para garantizar el cumplimiento de estos límites.
Nos encontramos en la cúspide de lo que Suleyman considera un profundo cambio en la IA, y los próximos años probablemente revelarán si la IA interactiva puede hacer realidad sus visiones.