La IA generativa ha planteado un dilema al Gobierno chino: ¿se arriesga a subvertir los valores socialistas relajando las normas que rodean a la IA? ¿O arriesgarse a quedarse más atrás en la carrera hacia la supremacía de la IA?
Ya hemos visto cómo los contenidos generados por IA de ChatGPT y Midjourney pueden manipular a las personas o incluso a los mercados, como ocurrió cuando una imagen generada por IA de una explosión en el El Pentágono provocó una caída de los mercados estadounidenses del 0,3%.
Estas IA se entrenan con miles de millones de puntos de datos; ingieren puntos de vista, opiniones y grandes cantidades de otros datos que se fusionan y sintetizan cuando el usuario interactúa con la herramienta. La IA generativa es intrínsecamente subversiva: es un subproducto de su diseño.
En un declaración reciente, el líder chino Xi Jinping habló de la IA generativa: "Debemos estar preparados para los peores casos y escenarios extremos, y estar listos para resistir la gran prueba de vientos fuertes, aguas agitadas e incluso tormentas peligrosas".
China está luchando contra la naturaleza de la IA generativa para aprovechar su potencial sin dañar su sistema político. Pekín ya etiquetó las falsificaciones profundas como un "peligro para la seguridad nacional y la estabilidad social", y ha redactado normativas para garantizar que la IA refleje los "valores socialistas fundamentales" y no "contenga contenidos sobre la subversión del poder estatal".
La normativa afectará sobre todo a Baidu, Alibaba y Tencent, que representan la potencia tecnológica de China.
China y la IA: un dilema de valores
La IA está poniendo a prueba la reputación de China como país obstinado en el desarrollo tecnológico.
Los académicos de tecnología y seguridad nacional Bill Drexel y Hannah Kelly subrayaron este dilema en un reciente artículo publicado en Foreign AffairsLa actitud despreocupada de China hacia el riesgo tecnológico, la temeraria ambición del Gobierno y la mala gestión de la crisis por parte de Pekín están en rumbo de colisión con los crecientes peligros de la inteligencia artificial".
China ya ha desplegado controvertidas IA para controlar a la población, incluido un sofisticado sistema de vigilancia diseñado para identificar a los uigures, una minoría musulmana. Alrededor de un millón de uigures se encuentran actualmente en "campos de reeducación".
A pesar de los riesgos que plantea la IA, China está aumentando la inversión en la fabricación nacional de chips para intentar liberarse de las importaciones extranjeras de empresas como Nvidia. Sin embargo, impulsar la productividad sin arriesgarse a subvertir los valores sociales del gobierno podría resultar inmanejable.